La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura -UNESCO- proclama el primer jueves de noviembre como el ¨Día internacional contra la violencia y el acoso en la escuela, incluido el ciberacoso¨; que se propone poner de relieve los fuertes vínculos que existen entre la violencia escolar y la salud mental. Este año 2023, esta conmemoración tiene lugar el 2 de noviembre, y se propone el tema “No al miedo: acabar con la violencia escolar para mejorar la salud mental y el aprendizaje”
Violencia y acoso escolar se refiere a situaciones en las que niñas, niños y adolescentes, son víctimas de agresiones físicas, verbales, psicológicas e incluso cibernéticas. La violencia y el acoso escolar no son parte del crecimiento o de la vida escolar, son problemas reales que deben ser confrontados, porque sus consecuencias son graves.
Las víctimas a menudo sufren en silencio, experimentando miedo, ansiedad, depresión y, en algunos casos, incluso pensamientos de suicidio. Además, el rendimiento académico de los estudiantes afectados puede deteriorarse, lo que afecta su futuro. La violencia y el acoso no solo afectan a quienes son víctimas, también dañan el tejido mismo de nuestros centros educativos, creando un ambiente en donde el aprendizaje y el crecimiento saludable se vuelven difíciles.
El informe “Una mirada en profundidad al acoso escolar en el Ecuador; Violencia entre pares en el sistema educativo” (MINEDUC, UNICEF y World Vision, 2015) devela conceptos, categorías e indicadores que abordan esta temática:
- La primera categoría a considerar es la violencia entre pares, la cual se conceptualiza como: “ejercida entre los estudiantes en el ámbito escolar, en espacios relacionados con éste y aun en el ciberespacio. El término pares hace referencia al grupo de niños, niñas y adolescentes que comparten una condición similar, ser estudiantes dentro del sistema educativo, independientemente del sexo, edad y/o nivel educativo.”
- En Ecuador, los datos de violencia entre pares indican lo siguiente:
- 8% de estudiantes, entre los 11 y 18 años, entre el octavo de básica y tercero de bachillerato; manifiesta haber recibido al menos una vez un acto de violencia en el último período académico por parte de otro par.
- Las formas de violencia escolar entre pares más comunes y recurrentes son:
- Violencia verbal y psicológico, sea por insultos y apodos; con una incidencia del 38,4%.
- Rumores que se esparcen; con una incidencia del 27,8%.
- Agresiones a través de medios electrónicos, en un 9,7%.
- Sustracción de pertenencias, se reporta un 27,4%.
- Golpes, en un 10,7%.
- Una segunda categoría a considera es el acoso escolar o bullying, para lo cual, se retoma la conceptualización realizada por Olweus en 2007; quien sostiene que el acoso escolar es un “comportamiento agresivo o para causar un daño intencionado, […] repetido y prolongado en el tiempo, […] y en una relación interpersonal caracterizada por un desequilibrio de poder o fuerzas real o percibido. [Y] por lo general el acoso parece ocurrir sin provocación aparente por parte de la persona que lo sufre”.
- Profundizando sobre esta categoría, Garaigordobil y Oñederra en el 2009, lo definen como “una forma específica de violencia escolar entre iguales continuada, en el que uno o varios agresores con mayor poder e intencionalidad de causar dolor tienen sometido con violencia a un compañero de colegio (víctima) que es más débil; engloba todo tipo de actos violentos (verbales o usando las nuevas tecnologías, físicos corporales, contra los objetos, sociales y psicológicos) e incluye conceptos como acoso, intimidación, maltrato y agresión”.
El acoso escolar se diferencia de la violencia entre pares, por su condición de repitencia; es decir, mientras que la violencia escolar es un acto aislado; el acoso escolar es la serie de varios actos de violencia repetidos de manera intencionada. La práctica del acoso escolar es grupal, ya que tiene varios actores que intervienen de manera activa o pasiva, siendo estos:
- La o las víctimas: quienes pueden tener una actitud pasiva o activa/provocadora frente a la agresión.
- El/la agresor/a: el acoso escolar puede darse en forma individual o colectiva, por lo que quien(es) lo ejecuta(n) puede(n) actuar de forma directa, por medios físicos o de contacto (agresión física, exigencia de dinero o pertenencias), o indirecta (difusión de rumores).
- Observadores, espectadores o testigos, quienes pueden adoptar las siguientes posturas:
- Activos o seguidores: ayudan o se juntan al agresor.
- Pasivos: refuerzan indirectamente las acciones del agresor (asienten, sonríen).
- Prosociales o defensores: ayudan, defienden a la víctima.
- Observadores puros o circunstanciales: presencian el incidente, pero se mantienen al margen.
A nivel nacional, el acoso escolar se manifiesta en 2 de cada 10 estudiantes de 11 a 18 años. Así, un 22,8% de estudiantes manifestó haber sido víctima más de 3 veces de un acto violento en el último periodo académico.
Según la investigación realizada por MINEDUC, UNICEF y World Vision (2015) la principal forma de acoso escolar es de carácter verbal, a través de insultos o apodos ofensivos. En segundo lugar, se encuentra la difusión de rumores; y, en tercer lugar, se encuentra la sustracción de pertenencias. Las formas de acoso escolar menos recurrentes son el ciberacoso o ciberbullying, y el acoso escolar por golpes.
Las aulas se presentan como el primer lugar en donde tiene lugar el acoso escolar (71,7% insultos y 66,8% golpes); el segundo, es el patio o las canchas de la institución educativa (15,1% en el caso de insultos y 18,4% en golpes); y el tercero, son los exteriores del centro educativo (6,7% en insultos y 5,3% en golpes). Los pasillos, baños, bar de la institución y el transporte escolar obtuvieron porcentajes inferiores al 5%.
¿Qué podemos hacer al respecto?
- Empezar por reconocer la gravedad de este problema, hablar abierta y honestamente sobre él; educar a las y los estudiantes, familias y equipos docentes sobre qué constituye la violencia y el acoso escolar y cómo identificarlo. La prevención comienza con la concienciación.
- Promover un ambiente escolar seguro y de apoyo. Los educadores, los padres y la comunidad en su conjunto tienen un papel fundamental en esto; debemos fomentar la empatía, el respeto y la tolerancia. Debemos enseñar a nuestros hijos a ser buenos ciudadanos y a tratar a los demás con dignidad.
- La tecnología también ha ampliado la manifestación de la violencia y el acoso a través del ciberespacio. Debemos educar a nuestras niñas, niños y adolescentes sobre el uso responsable de la tecnología y cómo protegerse del ciberacoso.
- Denunciar los actos de violencia que se generen en los espacios educativos y de los cuales tenemos conocimiento.
Las unidades educativas tienen personal responsable y formado para actuar ante estos incidentes (DECE); y de ser el caso, los organismos de protección, defensa y restitución de derechos del Sistema de Protección Integral de Derechos, tienen la obligación de receptar y /o gestionar las denuncias de la ciudadanía en relación a hechos de violencia.
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