El objetivo del Día Internacional de la Paz

es instar a las partes beligerantes de todo el mundo

a que depongan las armas y trabajen en pro de la armonía.
(…)
Con el distanciamiento físico quizás no podamos estar juntos,

pero aun así debemos trabajar juntos en pro de la paz.
António Guterres – Secretario General de las Naciones Unidas

La humanidad sigue en deuda con ella misma y con el planeta, una deuda imprescriptible: la de la Paz. Iniciando la tercera década del siglo XXI del calendario gregoriano, aún no se consolida lo que se supondría una esperada condición de dignidad, una vida en paz para todas y todos.

El decurso de la humanidad está marcado por conflictos bélicos y actos de violencia, la superación de las diferencias por la fuerza y la imposición de unos sobre otros, incluso atentando contra la posibilidad de la vida misma en el planeta -por ejemplo las imágenes de dos hongos de nubes y polvo son un recuerdo recurrente del poder destructivo de la humanidad- forman parte de una cotidianidad inaceptable. En el afán de consolidar su poder, los poderosos de siempre han infringido dolor a grandes mayorías a través de mecanismos como la guerra, la explotación y la vulneración de los derechos.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la posterior Declaración Universal de los Derechos Humanos en el año 1948, un pequeño haz de esperanza se cierne sobre la humanidad. El reconocimiento que dicho documento universal hace sobre el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de todas y todos los individuos pudo ser el inicio de una vida en Paz para todas y todos, sin embargo, aún está lejos el horizonte en el que prevalezca dicho reconocimiento.

En la necesidad de reafirmar dichos principios elementales de la vida, en el año 1981, la Asamblea General de las Naciones Unidas declara que el tercer martes de septiembre de cada año sea proclamado y observado oficialmente como el Día Internacional de la Paz. Entre las ideas que motivan dicha designación del Día Internacional de la Paz en la 77a. sesión plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas de ese año se menciona que:

“… sería apropiado dedicar un tiempo determinado a centrar los esfuerzos de las Naciones Unidas y sus Estados Miembros, así como de la humanidad entera, en promover los ideales de paz y dar prueba positiva de su apego a la paz por todos los medios asequibles.

Considerando que, por conducto de la declaración y celebración apropiada de un año internacional de la paz y un día internacional de la paz, sería posible contribuir al fortalecimiento de esos ideales de paz y aliviar las tensiones y causas de conflicto en las naciones y los pueblos y entre ellos.”(Naciones Unidas s. f.)

Dos décadas despues, en el año 2001, la 111a sesión plenaria de la Asamblea General decide que el Día Internacional de la Paz, será además declarado como Día de cese al fuego y de no violencia a nivel mundial y se establece el 21 de septiembre como fecha para conmemorar tan importante acontecimiento.

Ahora, en el año 2021, no cabe duda que el tránsito hacia la Paz es un pendiente de la humanidad. No sólo se siguen perpetuando conflictos bélicos que interrumpen la vida de millones de personas en el planeta y cercenan las posibilidades de desarrollo de millones de niñas, niños, mujeres y hombres en general, sino que se reproducen valores sociales que mantienen y profundizan las opciones violentas como mecanismo de resolución de conflictos, legitimando diversas expresiones de violencia de unos sobre otros.

Mientras se sigan generando conflictos bélicos por el control de determinados territorios, riquezas naturales o diferencias civilizatorias, se continúe aceptando la violencia de género como un valor cultural o religioso, se permita la discriminación intergeneracional y se sea permisible con la explotación de unos pocos sobre grandes mayorías, la paz y no violencia no serán más que parte de un discurso utópico o insumos para poesías y canciones alejadas de una cotidianidad que mutila, asesina y viola la vida con impavida crueldad.

Que éste 21 de septiembre, fecha además significativa para los pueblos andinos ancestrales por marcar el inicio del kolla (o kulla) raymi, inicio del tiempo de esperanza anual por la siembra que comienza, sea un espacio por la reflexión comunitaria necesaria sobre la importancia de la paz y la no violencia en cualquiera de sus expresiones.
Bibliografía
Naciones Unidas. s. f. «A/RES/36/67 – S». Accedido 20 de septiembre de 2021a. https://undocs.org/es/A/RES/36/67.
———. s. f. «A/RES/55/282 – S». Accedido 20 de septiembre de 2021b. https://undocs.org/es/A/RES/55/282.
———. s. f. «A/RES/217(III) – S». Accedido 20 de septiembre de 2021c. https://undocs.org/es/A/RES/217(III).