Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la sociedad y en la búsqueda de la verdad. A través de ellos se ha podido evidenciar muchos casos de violencia que están afectando a nuestra ciudad y al país; y que, sin lugar a dudas, han conmovido los cimientos de la sociedad porque develan un sistema estructural de violencia que afecta a todas y todos, pero en especial a niñas, niños, adolescentes y mujeres.
La serie de hechos violentos, muchos de los cuales han terminado en la muerte de la víctima, no pueden dejarnos impávidos frente a una lacerante y cada vez más atroz condición. Bajo ningún concepto podemos permitirnos como sociedad normalizar estos actos de violencia ni tener una simple posición expectante que nos convertiría en cómplices de los mismos.
Frente a esto, el manejo que los medios de comunicación dan a estos temas es fundamental, pues pueden evidenciar situaciones tradicionalmente invisibilizadas y poco atendidas, aportar elementos para la gestión de aprendizajes, posicionar temas para el debate ciudadano, etc. No obstante, preocupa que, en algunos casos, los medios de comunicación han perdido su noción de informar y educar responsablemente. En los mismos, algunas veces se ha privilegiado el enfoque sensacionalista de la noticia dejando de lado su contenido profundo y los efectos en las vidas de las personas. Más aún, en algunos de ellos, la búsqueda incesante de notas exclusivas sobre los casos ha puesto en peligro las investigaciones, e incluso ha llegado a la revictimización de las víctimas y de sus entornos familiares.
Así mismo, en algunas notas, más allá de la misión informativa, algunos medios establecen juzgamientos previos que pueden o no ser reales, y que no solo afectan el debido proceso -al cual todas las personas tenemos derecho- sino que adicionalmente aporta al debilitamiento de la institucionalidad que por su competencia sí debe juzgar de manera adecuada, eficiente y eficaz.
Es imperioso que todos los casos relacionados con temas de violencia y de derechos humanos -en general- sean pertinentemente manejados, éticamente tratados e integralmente informados por parte de los medios de comunicación, ya que a través de sus planteamientos generan posicionamientos y éstos -a su vez- promueven reacciones.
En este contexto, hacemos un llamado a quienes tienen el deber de informar, para que lo hagan ceñidos en lo que establece nuestra Constitución, la legislación y los principios deontológicos de la comunicación, asumiendo que sus narraciones pueden construir resiliencia social (individual y comunitaria) para enfrentar a todo tipo de violencia y no situaciones de entretenimiento, morbo o revictimización social.
ROL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN FRENTE A LOS CASOS DE VIOLENCIA.pdf
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