“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”

Martin Luther King

El maltrato infantil es una de las mayores formas de expresión del ejercicio del poder de los/as adultos/as hacia las niñas, niños y adolescentes-NNA; el Código Orgánico de la Niñez y Adolescencia lo define como “toda conducta, de ACCIÓN U OMISIÓN, que “provoque o pueda provocar daño a la integridad o salud física, psicológica o sexual de un niño, niña o adolescente por parte de cualquier persona” (CONA, 2003, Art. 67).  No obstante, es una realidad cotidiana en nuestra sociedad, pues se lo considera como un método efectivo de crianza que ayuda a “disciplinar”, sin comprender que las consecuencias se reflejan -más tarde o más temprano- en la subjetividad infantil y adolescente; a eso se debe, entre otras cosas, la baja autoestima, sentimientos de desconfianza, conductas de intromisión y la forma en que aprenden a resolver los conflictos, no solo en el presente sino en su futuro.

Frecuentemente escuchamos que la familia y la escuela son los espacios más seguros para las niñas, niños y adolescentes. Sin embargo, las estadísticas nos dicen lo contrario, el 33% de NNA entre 5 y 17 años dicen recibir golpes por parte de sus padres, identificando una diferencia entre niños (36%) y niñas (30%). Mientras que en la escuela el 26% de NNA -en el mismo rango de edad- reciben aún golpes insultos, burlas y restricciones en el tiempo de recreo (OSE[1], 2016: 95-97-100).

De igual forma, las investigaciones y estadísticas demuestran que el maltrato y toda forma de violencia NO ES FORMATIVA, y sus consecuencias se reflejan en las formas de resolver conflictos de esos niños-hoy y adultos después y en las formas de relacionarse con los otros/as desde la naturalización de las violencias.

Es importante comprender que las agresiones a NNA -especialmente las que provienen de quienes deben amarles y protegerles- generan miedo, tristeza y resentimiento, sentimientos que generalmente no son expresados, o no son comprendidos por el mundo adulto. Por lo tanto, crecen pensando que esos métodos utilizados por sus padres, madres, maestros/as o cuidadores son los adecuados. Al respecto, los estudios demuestran que existen otras formas de enseñar a los niños a poner límites: el amor, el cariño, el respeto, el diálogo, la escucha, la paciencia para explicar por qué suceden las cosas, el tiempo para compartir la cotidianidad, entre otras. Este es un gran reto para madres, padres, profesores/as y demás personas responsables del cuidado de niñas, niños y adolescentes.

Desde el Consejo de Protección de Derechos del DMQ proponemos cambiar el maltrato por estas otras formas de relacionamiento con las niñas, niños y adolescentes, construir la disciplina desde la pedagogía del amor, la paciencia, la empatía; desechar el grito, la amenaza, el correazo, las miradas intimidantes y otros métodos más agresivos y PONERLE UN PARE AL MALTRATO, proponemos interiorizar y convencernos de que “la violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”…

 tm/vm

[1] Observatorio Social del Ecuador

QUITO DEBE COMPROMETERSE CON EL BUEN TRATO A LAS NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES.pdf